4 de agosto de 2009

Mi Querido Profesor

No es fácil y no siempre se da como uno espera, la relación doctorante-profesor guía parece simple, pero no lo es... más allá del área (tanto en Medicina Veterinaria como en cualquier otra), siempre nos encontraremos con profesores que son buenos profesores guías y otros que no, así como vemos buenos estudiantes o científicos y su versión no tan prestigiosa.

Para mí, es la esencia de esta relación la que es digna de analizar. Imagínense que si con UN profesor es un tema complejo, con DOS profesores dirigiendo el proyecto de tesis es más entretenido todavía. Y bueno, yo tengo DOS profesores. Tengo un sinfin de historias para contarles, pero esas quedaran en mi archivo más privado, lo que quiero compartir con ustedes es mi visión de esta relación y como yo clasificaría lo que he visto en mi programa y lo que he vivido en carne propia.

Se le asignan muchos nombres a la persona quién dirigirá la tesis de un estudiante – y también el desempeño– durante el doctorado: mentor, guía, supervisor, director, consejero, profesor principal, etc. Acá en Alemania se les llama: “Doktorvater” o “Doktormutter”, lo que se traduce literalmente a “Padre” o “Madre” del doctorado. Me llama la atención el nombre en alemán, pero no puede ser más acertado ya que esa es la función final que el profesor cumple – o debería cumplir – en esta experiencia, el que te educa y se preocupa de tu investigación, el guía máximo de tu tesis.

Cuando un estudiante empieza un postgrado jamás cuestiona la relación que comienza con su profesor y que se desarrollará en los próximos 3, 4, 5 o más años, y que es muy particular. El papel del guía se remonta al sistema educativo básico y de origen muy antiguo, cuando se hablaba de “maestro” y “aprendiz”. Yo he conocido verdaderos “maestros”, esos que tienen como propósito formar científicos mejores que ellos mismos, que los superen y que signifiquen un progreso en su formación. He visto “maestros” que disfrutan de las horas de discución con sus alumnos sobre ciencia pero también sobre otros temas, que son capaces de compartir un buen lomito y una cerveza sin estrés, que dan consejos adecuados y que están al tanto de los temas científicos y personales de cada uno de sus alumnos, los estimulan a desarrollar sus investigaciones y les entregan nuevos desafíos. Son difíciles de encontrar pero los hay y tengo un ejemplos muy cercanos. No por ser un buen “maestro” se deja de lado la disciplina o la exigencia, pero a mi modo de ver es un acercamiento más completo, más holístico.

Pero también he conocido profesores que no tienen mucha pasta de “maestro”, o quizás no tienen interés ni ganas en serlo. Acá entran aquellos profesores guías que luego de dos años te vuelven a preguntar – “Cuál era el tema de tu tesis?”, y no es falta de interés, si no que es el orden de la prioridades el que está en juego.

Otro grupo son aquellos que creen en la independencia absoluta del científico junior y a la hora de las preguntas y respuestas llega el comentario de – “Yo hice mi tesis sin ayuda, en el extranjero, y yo tenía cuatro hijos y una beca la mitad que la tuya... y pude sin problemas, tú puedes solo también”.

Están también aquellos que establecen una relación cercana a la esclavitud porque necesitaban tener mano de obra barata y calificada, el cual exige productividad, resultados positivos y sólo análisis tras análisis, dejando de lado todo el resto del desarrollo del científico en entrenamiento y restringiendo su vida social a un mínimo, algunos comentarios que se pueden escuchar son – “Vacaciones?. Si te vas de vacaciones llévate el(los) artículo(s) que estamos corrigiendo, porque ya sabes que vacaciones en este instituto significan trabajar en un lugar físico distinto, uh?” – acompañado de un – “Cuando yo era estudiante NUNCA me tomé vacaciones” –.

Yo creo que podría seguir clasificando mil grupos más de personalidades de profesores guía que he conocido, pero no es el caso... Lo más importante es mantener una relación sana y constructiva con el profesor guía.

Les puedo contar que más allá de los buenos o malos ratos que hemos pasado juntos con mis profesores, me he dado cuenta de cómo han pasado los años y cómo hemos madurado, cómo las aristas se han ido puliendo y cómo el grado de entendimiento está positivamente correlacionado a mi edad y experiencia.

Mis consejos son que siempre sean honestos y directos, aunque cueste hablar las cosas por su nombre les alivianará la carga y les evitará muchos problemas. Compartan, en la medida que se pueda, sus vidas personales con sus profesores, que ellos sepan sus aspiraciones y lo que quieren hacer en el futuro porque ellos pasarán a formar parte del pasado pero pueden serles muy útiles para la búsqueda de un trabajo o una potencial colaboración. Si las relaciones no funcionan de lo mejor, les aconsejo que busquen ayuda con otros profesores o con sus colegas.

A los que van a empezar sus programas de postgrado, os saludo!


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